La tercera edición de la encuesta de consumos culturales en el país ha dejado datos llamativos sobre diversos sectores de las industrias culturales, las transformaciones de sus modalidades de producción y monetización, las prácticas digitales, las prácticas de la vida social (visitas a museos, sitios históricos, fiestas populares y celebraciones religiosas) y las vinculadas a la formación artística y cultura comunitaria. En 2013 empezó el primer relevamiento y se presentó en 2014 y luego en 2017. Se ha relevado a personas de 13 años o más que residen en hogares particulares, en aglomerados urbanos de más de 30.000 habitantes, con diferenciación por sexo, edad, región y nivel socioeconómico. “Analizamos qué escuchamos, qué leemos, qué miramos, dónde participamos, qué prácticas digitales tenemos, a dónde vamos”, dijo Julia Houllé, directora de Planificación y Seguimiento de Gestión del Ministerio de Cultura nacional.
En estos días se han difundido los datos de la encuesta, como el regreso masivo de las actividades culturales presenciales tras la pandemia; también el uso del celular, el crecimiento de las redes sociales, el modo de información de los argentinos y los consumos de televisión, radios y diarios, así como los diferentes niveles de lectura. Lo que se ha destacado en el primer momento ha sido el auge de la escucha de música y el avance la digitalización, pese a los problemas económicos y a la lenta velocidad de la banda ancha en el país.
Según lo informado por la funcionaria a LA GACETA en el reciente encuentro del Mercado de Industrias Culturales (MICA), por ahora se han puesto a disposición los primeros datos “y a lo largo del año vamos a ir largando los informes específicos: juventudes, adultos mayores, digitalidad, género. Luego los regionales: NEA, NOA, Patagonia, etc.”. “Hay una deuda con nuestros adultos mayores (…) notamos que tras la pandemia los que asisten a las actividades presenciales son los jóvenes. Sucede algo similar con los contenidos que circulan en las redes sociales, a los que acceden mayoritariamente los menores de 50 años. Los adultos mayores solo usan WhatsApp y en menor medida plataformas, y van mucho menos al cine y al teatro (...) Evidentemente hay una brecha vinculada a lo etario que pone en evidencia la necesidad de articular políticas integrales dirigidas al sector”, sostuvo.
A medida que se vayan desmenuzando los informes específicos, habrá tendencias que deberían ser tenidas en cuenta por quienes diseñan las políticas públicas, al tener información sobre quiénes acceden y quiénes no a bienes culturales, cuáles son los actores centrales, cómo cambiaron las formas de producción y comercialización de esos bienes y cuáles brechas se deben subsanar. La encuesta también permite identificar cómo se transforman las formas de producir desde una perspectiva de la demanda y por lo tanto son de utilidad para los hacedores culturales, las pymes, los productores y los artistas.
“El desafío nuestro, el de cada día, es como construimos un mundo que sea más democrático y más solidario. Para esto manejar estos datos (saber) qué pasa hoy, nos resulta fundamental. Datos para tomar decisiones y para comprender de manera cabal este mundo”, dijo el ministro de Cultura, Tristán Bauer. “Que no se produzca lo que Ayrton Krenak nos invita a pensar, la extinción de los seres humanos por la catástrofe ecológica, o por la inteligencia artificial y que seamos capaces, como sociedad toda, de avanzar en un mundo que sea verdaderamente más justo”.